Un trabajo en equipo:
Todo proyecto de traducción debe ser un trabajo en equipo, pero, en el caso de proyectos de
En primer lugar, por los traductores. Cada idioma es un mundo, con sus propias reglas e idiosincrasias, y, para poder
trasladar un mensaje de la forma más fiel posible, hay que ponerse en las manos de un especialista, un lingüista nativo
en el idioma de destino y experto en el idioma original, que conozca a fondo los rincones de la lengua y de la cultura
de su país para poder elegir las opciones más adecuadas para el destinatario, el contexto y la finalidad del texto
en cuestión.
Sin embargo, en los proyectos multilingües ninguna traducción es una isla. Aunque los traductores suelan trabajar
en solitario, cuando se traduce un mismo texto a varios idiomas es importante crear una red de comunicación, ya que
cada duda que surja con la traducción a un idioma y cada decisión y razonamiento idioma que se aplique, podría
afectar también a todos los demás.
Por lo tanto, para obtener un resultado óptimo, es necesario que alguien se encargue de coordinar el trabajo, y la
comunicación entre los lingüistas (y los textos) para asegurarse de que haya coherencia entre las diferentes
traducciones.
¿Y quién se encarga de esta tarea? En las agencias de traducción, este trabajo de coordinación es
responsabilidad de la gestora de proyectos, que sirve de puente entre los traductores, comparte
las dudas y los descubrimientos de cada uno de los lingüistas con los demás, además de ayudar
a buscar soluciones comunes.
Además, junto con el responsable del control de calidad, la gestora del proyecto se encarga también
de realizar las últimas comprobaciones finales de todos los textos; esta es una fase muy delicada, ya
que es el último paso antes de la entrega al cliente. Gracias a nuestras herramientas especializadas,
analizamos las traducciones, podemos contrastarlas con el texto original y localizar todas las posibles
erratas o incoherencias en el texto. En el caso de los proyectos multilingües, este es el momento en el
que podemos comparar las decisiones tomadas por los diferentes traductores y unificarlas si hace falta.
La importancia de la coherencia:
“Coherencia” es una palabra clave en el mundo de la traducción. Cuando traducimos nos enfrentamos constantemente
a dilemas que hay que solucionar y en muy pocas ocasiones habrá una sola respuesta correcta. Casi siempre, el idioma
nos ofrece un amplio abanico de opciones entre las cuales hay que saber elegir. Esto es lo que hace que nuestro trabajo
sea un reto tan interesante y complejo.
Para tomar estas decisiones hay que dejarse guiar por criterios que pueden depender de varios factores: el registro
más adecuado para el contexto, las indicaciones específicas del cliente, las normas lingüísticas, sociales y culturales de
cada país, etc. Y es aquí donde cobra tanta importancia la coherencia, ya que, sea cual sea la decisión que se haya tomado,
es fundamental que esta se mantenga a lo largo de todo el texto.
En los proyectos multilingües, este reto se convierte en una cuestión colectiva, porque es importante comprobar que todos
los lingüistas hayan seguido los mismos criterios o, si no lo han hecho, asegurarse de que esto se deba a las diferentes
características de cada idioma de destino.
¿Algún ejemplo?
En los textos que se dirigen directamente al lector, por ejemplo, una de las primeras preguntas que siempre nos hacemos es cuál
es el nivel de formalidad. Esta decisión dependerá ante todo de las indicaciones del cliente: algunas empresas querrán usar un tono
cercano e informal y otras preferirán un trato más formal y serio. En caso de que tengamos indicaciones de este tipo, será fundamental
trasladarlas a todos los traductores y asegurarse de que las sigan.
Por otro lado, el concepto de formalidad varía mucho en cada idioma y cultura. En Francia y en Portugal, por ejemplo, el uso del “vous”
y del “você” es mucho más común que el “usted” en castellano, también en contextos que no se consideran necesariamente formales. Para
tomar estas decisiones, por lo tanto, tendremos que dejarnos asesorar también por el criterio y la experiencia de cada lingüista nativo.
Otra decisión importante que hay que compartir pasa por saber qué traducir y qué no. Aunque parezca casi paradójico, en traducción no todo
se traduce. Eslóganes, nombres de productos, expresiones recurrentes, términos conocidos en inglés… Frente a textos que contengan cualquiera
de estos casos, el traductor se encuentra a menudo con un dilema: ¿qué NO traducir? Como siempre, las respuestas podrán ser varias y dependerán
de las indicaciones que el cliente nos haya dado, si es que nos ha dado alguna indicación, pero también de la idiosincrasia de cada idioma.